Llevaba unos cuantos años sin poder viajar y ya tenía mono de maletas y aviones, por lo que al ver un vuelo a Londres por menos de 50€ ida y vuelta no pude dejar de pensar en hacer una escapada.
Hay otros destinos a los que no he ido y me gustaría ir, como a Japón, pero por estos precios, imposible.
Después de buscar un hostal y comprobar todos los gastos,
nos decidimos a hacer un viaje de 4 días, entre semana, para poder
llegar a trabajar el viernes.
Como siempre, contaba con pocos medios económicos (además tenía que pagarle el viaje a mi hermana), pero
entre los vuelos low cost, buses low cost y hostales, nos gastamos tan
poco que nuestra madre también se apuntó al viaje junto a su marido.
Creo que ha sido la primera vez que han dormido en literas jeje.
Ya había ido antes, la última vez hace casi una década, pero fue cuando aún no estaba metida en el mundo repostero y me limité a visitar los sitios típicos. Bueno, no solo sitios típicos, también hice alguna ruta frikera; convención del Señor de los anillos, visita a Oxford, sitios relacionados con Harry Potter... Recuerdo el primer año que fui, cuando aún las lineas de bajo coste no cobraran por las maletas, que me vine con todo lleno de libros. Aquellos maravillosos años...
No os creáis que este año solo íbamos a comer cupcakes, ni mucho menos. No podía faltar la visita a la Tardis (algo que no vimos en ninguno de los otros viajes), a última hora del último día, corriendo para no perder el bus al aeropuerto. La gente se nos quedaba mirando, porque mientras yo me asomaba por las ventanitas intentando ver el interior, Laura gritaba; ¡Doctooor!
Lo mejor fue tanto trajín para que después Laura perdiera las fotos. He tenido que hacer un cutre montaje con el vídeo de la cámara vieja que me llevé. Algo es algo.
Intentando colarnos en la Tardis |
El primer día nos pilló lloviendo y lo pasamos casi entero entre Portobello (donde no vimos mucho por la lluvia) y en Hyde Park, donde Laura alimentó a todas y cada una de las ardillas del ancho parque, con sus barritas de cereales sin gluten. Nos acercamos al parlamento, dónde cruzando el puente casi nos quedamos sin paraguas del viento y lluvia aparecida de la nada.
En el segundo día, después de una obligada visita a Candem, donde compré unas camisetas frikeras, nos fuimos a la zona de Oxford Circus para empezar la ruta del dulce.
L'eto Caffe |
La fudge de chocolate sabía a chocolate bien negro, como a ella le gusta, por lo que apenas me dejó probarlo. El semi frío estaba acidito y bastante bueno, y la tartaleta tenía una gran montaña de algo entre nata y algo desconocido, con fresas y una base con sabor a almendra amarga, un sabor que no me hace ninguna gracia. Me comí todo el relleno y como los niños chicos fui dejando la base a un lado del plato, que se comieron los demás sin rechistar.
Los precios superaban las 4 libras, unos 5€ cada pastelito. Caro, pero en Londres estas cosas siempre lo son. Así que a pesar de ello, el sitio es muy recomendable. Eso si, si vais al baño necesitareis una linterna o algo, porque tienen una luz que no deja ver nada de nada. Nunca había visto nada parecido. Un baño de lo más raro.
Caminando hacia Charing Cross Road nos encontramos con Sweet Couture. Tenían un cupcake sin gluten, por lo que hasta Laura pudo llevarse algo. Compramos un banofee y el sin gluten ChocCheescake. Estos valían 3L cada uno y fue en el único sitio dónde nos los dieron en bolsa de papel, por lo que llegaron un poco espachurrados.
Hummingbird Bakery, Primrose bakery y Sweet Couture |
Quizá íbamos con las expectativas muy altas, pero a todos nos dejaron un poco indiferentes. Estaban más o menos buenos, pero nada impresionante. De hecho hubo alguno que ni nos comimos porque no le gustó a nadie.
La cheescake estaba buena, aunque sin cobertura de frutas resultaba un poco sosa y me recordaba más a las tartas de queso empaquetadas que a las artesanales. Creo que estoy ya muy acostumbrada a la que hago yo, que es mucho mas jugosita.
Oxford y Hyde Park |
Con Megabus salen los billetes entre 1 y 6 libras, siempre que se compre con tiempo, por lo que no había excusa. Lo malo, como siempre, el madrugón, ya que eran casi dos horas de viaje.
Las veces anteriores había ido en verano, por lo que esta vez pude verlo en su ambiente universitario.
Aprovechamos además para hacer un tour a pie "gratuito", con el que descubrimos cosillas nuevas de la ciudad y sus college.
Entre otros sitios, visitamos la Christ Church, donde algunos reconoceréis lugares relacionados con las películas de Harry Potter, y The Eagle and Child, donde se reunián los Los Inklins, grupo literario al que pertenecían Tolkien y C.S. Lewis.
Junto a la Bodleian Library nos paramos de nuevo en una cafetería donde probamos los famosos scones. Nunca los habíamos comido y nos gustaron bastante. Todo un descubrimiento.
Pensábamos que el último día no nos daría tiempo de ir a la bakery de Peggy Porschen, pero sin darnos cuenta nos vimos al lado de Victoria Station y como está por la zona, fuimos a tomarnos algo. Y menos mal, porque de no haber ido nos habríamos vuelto un poco decepcionadas respecto al tema cupcakes. Aquí pedimos un red velvet, banofee, black forest y una porción de tarta de fresas y champagne. Además tenían muffins sin gluten, por lo que nadie se quedó sin comer algo.
Todos a 3.50L y un poco más la porción de tarta.
Peggy Porschen |
Nos sentamos en una de las mesitas que tienen dentro, que a pesar de
ser pequeñito, es muy acogedor, aunque demasiado rosa para nosotras, no era estridente y se estaba a gusto.
Aquí todos estaban esponjosos y bastante buenos. Aunque no se muy bien porqué el red velvet tenía buttercream en lugar de crema de queso. Nos pasó con todos los red velvet.
El banofee fue el único que tenía la crema de queso, mucho más suave que el resto, aunque más dulce de lo habitual en una crema de este tipo. El de chocolate estaba muy bueno también.
De lo único que tuvimos pegas es de la tarta. Quizá somos nosotras que no estamos acostumbradas a las tartas tipo victoria sponge, que son más secotas, pero es que además carecía de sabor, tenía poco relleno de fresa (era como una fina capa de mermelada) y no sabía nada a champagne. Y lo digo yo, que noto cualquier tipo de licor a la mínima.
Quizá tenemos gustos muy diferentes a los ingleses y las recetas las hemos ido cambiando un poco a nuestro gusto y ya nos hemos acostumbrado a bizcochos un poco más jugosos y rellenos menos dulces.
No nos dio tiempo a visitar tiendas de material, ni muchos sitios turísticos que tengo apuntados desde el primer viaje como pendientes. Así que seguirán en la lista para la próxima vez. Esperemos que no vuelvan a pasar 10 años. No estaría mal volver para hacer un curso en Squires Kitchen o con Peggy Porschen *^^*
Aquí todos estaban esponjosos y bastante buenos. Aunque no se muy bien porqué el red velvet tenía buttercream en lugar de crema de queso. Nos pasó con todos los red velvet.
El banofee fue el único que tenía la crema de queso, mucho más suave que el resto, aunque más dulce de lo habitual en una crema de este tipo. El de chocolate estaba muy bueno también.
De lo único que tuvimos pegas es de la tarta. Quizá somos nosotras que no estamos acostumbradas a las tartas tipo victoria sponge, que son más secotas, pero es que además carecía de sabor, tenía poco relleno de fresa (era como una fina capa de mermelada) y no sabía nada a champagne. Y lo digo yo, que noto cualquier tipo de licor a la mínima.
Quizá tenemos gustos muy diferentes a los ingleses y las recetas las hemos ido cambiando un poco a nuestro gusto y ya nos hemos acostumbrado a bizcochos un poco más jugosos y rellenos menos dulces.
No nos dio tiempo a visitar tiendas de material, ni muchos sitios turísticos que tengo apuntados desde el primer viaje como pendientes. Así que seguirán en la lista para la próxima vez. Esperemos que no vuelvan a pasar 10 años. No estaría mal volver para hacer un curso en Squires Kitchen o con Peggy Porschen *^^*